Ay esas conciencias

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Tenía que comenzar el texto de este viernes con una frase en particular, pero como me cuesta teclear, quiero aprovechar para contar un suceso que, una vez más me ocurrió hace poco y me ha hecho volver a reflexionar:

Llevo tiempo posponiendo la visita a casa de una amiga en Las Palmas un simple fin de semana, por miedo, sí; porque hace años que no lo hago, por diversas circunstancias y sobre todo por mis siempre crecientes limitaciones de mi ya gran dependencia. Total, que me decido a enfrentarme a este nuevo y divertido reto con dos amigas.

Así que llamo a Fred Osen para reservar mi pasaje y asegurarme de que la guagua gratuita que ofrecen desde Agaete a Las Palmas, donde vive nuestra amiga, la pongan adaptada; y me dicen que la van solicitar. Bien, pero pido que me lo confirmen por si acaso… al par de horas, me llaman para pedirme disculpas porque ya no tienen ese servicio…
¿Y ya está? Pues sí. Decían que no podían hacer nada.

Una amiga tendría que llevar su coche, y tendríamos que pagarlo. Llamé esa misma tarde para ver si por lo menos Fred Olsen me ofrecía el transporte del coche gratuito ya que no me permiten entrar en la guagua que sí ofrecen a las personas que pueden caminar, pero a mí no, y como ya había comprado mi pasaje no podía ser. ¿Y entonces? Entonces nada…

Me cabreé, lloré de rabia, impotencia… pero no solo por este caso con Fred Olsen, si no por todo, porque siempre me pasa lo mismo, al igual que a todas las personas que viven en situaciones similares a la mía. Pues cada vez que queremos salir nos encontramos con un sinfín de barreras físicas que hacen que nuestros acompañantes y nosotros cojamos nervios y nos enfademos, quitándonos energías y las ganas de salir. Me recordó a tantas épocas de mi vida… sobre todo cuando comencé a usar un andador para caminar, cuando tenía 21 años, cuando empezaba a no poder entrar bien a restaurantes, bares, aparcamientos, cines, baños, playas, hoteles, conciertos… y hasta no me dejaron entrar en una discoteca con mis amigas hasta que un día grité y lo reclamé; les mandé un e-mail. Entonces sí.

Por más que me estrujo la cabeza no lo entiendo. ¿Por qué tenemos que pasar por este tipo de circunstancias tan humillantes personalmente? ¿Por qué la sociedad nos sigue menospreciando? Y eso que nos acompaña una ley que pretende facilitarnos nuestro día a día desde hace 21 años, pero que los responsables en cumplirla siguen ignorando en tantas ocasiones aún hoy; y esto solo lo reclaman personas afectadas o sus familiares, por que nadie quiere ver que a todos en cualquier momento o a lo largo de sus vidas les tocará la discapacidad a sus puertas, ya sea por accidente, enfermedad o hasta por envejecimiento. Y nos subestiman, como no.

Pero no, no puede ser. Mis amigas se cabrearon mucho, todas soltábamos sapos y culebras por la boca, hartas de tantas injusticias. Así que tuve que sacar mis garras, cogí mi pluma y lo publiqué en mi estado en el FB, ya que mucha gente me sigue y lo compartirían. Así fue. A la mañana siguiente me llamaron desde Fred Olsen para seguir el caso de cerca, agradeciéndome haberles hecho darse cuenta de ese muy grave error, fueron muy amables y se comprometieron a solucionar el tema de la guagua para mandarla adaptada el día que vaya, y para siempre. Bien, rectificar siempre es de sabios, y hay que reconocerlo. Gracias a todas las personas que me apoyan vía Internet me han ayudado a lograr este pasito para todas las personas con movilidad reducida.

En realidad el Señor Fred me ofreció tres posibles opciones: o llevar el coche de mi amiga, o que me fuera a buscar un taxi adaptado, o la guagua adaptada (que de todas formas la pondrán sí o sí, dicen…); lo debatí con mis amigas, pero la decisión era mía, así que elegí que el 20 de mayo venga a buscarnos esa guagua adaptada, pues ya soy una perra vieja en estos campos, y sé de buena tinta que las palabras se las lleva el viento. Quiero hechos.

En varios comentarios de los muchos que me dejaron me hicieron ver una de las cosas que yo misma predico bastante: no hay que pedir nuestros derechos, hay que exigirlos. Totalmente cierto. Pero yo creo que hay que ir con mucho cuidado en esta parte, ya que el colectivo de las personas con alguna discapacidad somos uno de los muchos colectivos desfavorecidos de esta sociedad, también siempre he pensado y seguiré pensando que si queremos que se nos respete, debemos de respetar nosotros primero. Por ello, depende de a quién queramos dirigirnos no creo que si de buenas a primeras nos ponemos a exigir, logremos cambiar las cosas. Depende de la situación y de cada uno, claro; yo es que aparte, también soy muy ingenua y no va con mi carácter, a veces pienso que es un defecto, pero otras muchas veo que es una virtud.

Y termino con una cita de Bertrand A.W. Russell: «… gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros, y los inteligentes llenos de dudas».

Mery EL MÍO

Acerca de María Pino Brumberg

María Pino Brumberg (Santa Cruz de Tenerife, 1981) es licenciada en Geografía por la Universidad de La Laguna, autora y defensora de la integración de las personas con discapacidad. Desde los 13 años se enfrenta a una rara enfermedad degenerativa, la Ataxia de Friedreich. Entre las herramientas que utiliza con eficacia para luchar por sus derechos (que son los de muchos otros también) destacan el correo electrónico, las redes sociales, la escritura, la protesta directa, la paciencia incalculable y la mirada de dragón. En 2010 publicó Con Alas en los Pies (Ed. Idea), un libro autobiográfico que alcanzó varias reediciones, con más de 1500 ejemplares vendidos en Canarias. Transmite un mensaje de superación personal y concienciación, y aspira a ayudar a derribar muchas de las barreras físicas y psíquicas a las que tanta gente se enfrenta a diario, para que la integración sea una realidad tangible y no solo una palabra. Como conferenciante ha pasado por diversas instituciones públicas y privadas de forma solidaria (sobre todo, centros educativos). En 2012 asume el reto de autoeditar su obra a través de Bubok [http://www.bubok.es/]; reescribe su autobiografía actualizándola en el fondo y la forma, y la pone a disposición del público, con el fin de que todo el que quiera, desde cualquier parte del mundo, pueda conocer su historia… Así nace Yo vine aquí a luchar [http://www.bubok.es/libros/219588/Yo-vine-aqui-a-luchar].
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