Aplausos

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Ahora solo quedaban los aplausos, estábamos en una posición diferente que antes jamás hubiéramos pensado que llegaríamos a haber necesitado para continuar. Pero todo cambia, al igual que nuestra relación y nosotros mismos.
Ladeando ligeramente la cabeza veíamos todo ese espectáculo, y oíamos rugir los aplausos con una continuidad infinita, fuerte o suave, pero siempre continua. Nos llenábamos de esa energía que tanto nos hacía falta, con el rugir de las olas, respirando esa deliciosa brisa del mar que dejábamos entrar por todo nuestro organismo, y viendo ese gran espectáculo sin fin.
Si nos viera alguien por un agujerito pensaría que estaba en una escena surrealista. Lo habíamos probado donde nos conocían, pero ese era un lugar nuevo, que no era mi predilecto, pero fue el primero que encontramos abierto. El doble amputado se paró enfrente, y con su desparpajo habitual contó la situación en la que estábamos y con una rapidez espantosa teníamos una mesa en el salpicadero. Las dos sillas de ruedas atrás, una mesita al lado de su puerta, el pescado, el mojo, y como no, una cuarta de vino blanco que para nuestra sorpresa era afrutado, mi preferido; y brindamos con el sonido de los aplausos después de otro día de hospitales. Hay cosas que no las puede pagar el dinero, y esos momentos estaban en esa categoría; tenían que volver. Lo sabíamos.
Todo lo que nos pasó se quedaba entre nosotros y el mar. Y después de todo seguíamos siendo afortunados.

Bajé la ventanilla, dejando pasar los últimos aplausos de las perfectas olas para prepararme mentalmente ante todo lo que ya me estaba cayendo encima.
Cuando me dejó en casa, Javi se acercó todo zarpeta haciéndole mil preguntas; le preguntó que si él usaba la silla porque ya era viejo. Nos dio un ataque de risa junto a mi madre… ay, si no fuera por esos adorables pequeños monstruitos que tiran los dados porque quieren jugar…

Mery EL MÍO

Acerca de María Pino Brumberg

María Pino Brumberg (Santa Cruz de Tenerife, 1981) es licenciada en Geografía por la Universidad de La Laguna, autora y defensora de la integración de las personas con discapacidad. Desde los 13 años se enfrenta a una rara enfermedad degenerativa, la Ataxia de Friedreich. Entre las herramientas que utiliza con eficacia para luchar por sus derechos (que son los de muchos otros también) destacan el correo electrónico, las redes sociales, la escritura, la protesta directa, la paciencia incalculable y la mirada de dragón. En 2010 publicó Con Alas en los Pies (Ed. Idea), un libro autobiográfico que alcanzó varias reediciones, con más de 1500 ejemplares vendidos en Canarias. Transmite un mensaje de superación personal y concienciación, y aspira a ayudar a derribar muchas de las barreras físicas y psíquicas a las que tanta gente se enfrenta a diario, para que la integración sea una realidad tangible y no solo una palabra. Como conferenciante ha pasado por diversas instituciones públicas y privadas de forma solidaria (sobre todo, centros educativos). En 2012 asume el reto de autoeditar su obra a través de Bubok [http://www.bubok.es/]; reescribe su autobiografía actualizándola en el fondo y la forma, y la pone a disposición del público, con el fin de que todo el que quiera, desde cualquier parte del mundo, pueda conocer su historia… Así nace Yo vine aquí a luchar [http://www.bubok.es/libros/219588/Yo-vine-aqui-a-luchar].
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